Taller para ser Parroquia y movimiento en clave misionera

COMO SER UNA IGLESIA EN SALIDA

Es hora de pasar del templo y la oficina a la calle.

 

“Síganme y yo los haré pescadores de hombres. Y de inmediato dejaron sus redes y le siguieron.”

Mc 1,16-18

 

Esta es una de las actitudes a seguir de un verdadero católico que pretenda lograr más en el menor tiempo posible. Ser pescadores en el mar, no en la pecera.

 

Actualmente casi toda nuestra actividad pastoral la estamos realizando en la pecera, es decir, en la parroquia. De ahí queremos sacar catequistas, evangelizadores, coros, defensores de la fe, misioneros, lectores… y el resultado es que como son los mismos peces que andan dando vueltas, se convierten en católicos “mil usos”.

 

El mismo que es catequista, el domingo canta en del coro y sale rápido para la venta de la comida y en la tarde ayuda en el retiro de evangelización. Ese es el resultado de querer pescar en la pecera a los ya pescados. ¿Y los demás? Los miles de hermanos que están en las calles alrededor de la parroquia, en los hospitales, en las escuelas, en el trabajo, en los camiones, en los parques, en sus casas… ¿Quién va a ir por ellos?

 

Como el Papa Francisco ha insistido: “Hay que salir a las periferias existenciales…”

 

Hay que salir a las calles, mercados, camiones, prensa, televisión, trabajo y escuelas para invitar a retiros, misa, cursillos, primera comunión, matrimonio, cursos etc. Ya basta de querer hacer todo solamente en la parroquia=pecera.

 

El mundo es el mar en el que Jesús quiere que vayamos a lanzar las redes.

 

Es tiempo de aventurarnos a ir más allá de la comodidad de la pecera y estar dispuestos a lo que sea por atrevernos a evangelizar en el mar. Salir del templo e ir a predicar a las calles, a los camiones, al metro, a los parques, en el radio, en las escuelas etc.

 

Quien no esté dispuesto a hacer esto mejor que se dedique a otra cosa porque de otra manera el viento impetuoso del Espíritu Santo lo estará convirtiendo en un aparato de aire acondicionado(todo bien controlado).

Por gracia de Dios esta experiencia de ir a predicar a los camiones, a los parques, a las calles y otros “raros” lugares la hemos hecho en muchas ocasiones y es una gran bendición no sólo para la gente sino también para nosotros.

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